Iglesia y dictadura
En Ciencias Sociales es como Pugliese para los músicos, hasta podría decirse que es el San Jauretche en la catedral del ateísmo. En épocas en que, poco y nada, se sabía de las conexiones que iban más allá de la Junta Militar. Entre en el ruido ensordecedor de los colectivos que circulaban por Marcelo T de Alvear, la Cátedra de Sociología de la Religión, en la carrera de Sociología comenzaba a desentrañar el núcleo de la relación Iglesia y Dictadura. Esta ligazón, con otros protagonistas y otros escenarios han sobrevivido hasta el presente. Recorrerla es una constante invitación a pensar qué decimos, cuando decimos dictadura en nuestro país.
En la actualidad hay una vuelta a preguntarse qué es un intelectual. ¿Cuál ha sido y es su experiencia en el ámbito académico respecto de la elección de su objeto de estudio?
Creo, que hay que partir no una definición, sino de una caracterización del intelectual que hace Gramsci con respecto al filósofo. En primer lugar, una constatación fundamental: todo ser humano es filósofo y por lo tanto todo ser humano es intelectual. El intelecto, no es algo que solamente utilizamos, los científicos, filósofos, académicos, sino es algo que es utilizado por todo el mundo. Lo utiliza el campesino, cuando analiza, qué sembrar. Allí está utilizando el intelecto. Además no lo utiliza únicamente para eso, sino que también lo utiliza para orientarse en la vida. Hace una opción de valores, de manera tal que tiene una cosmovisión. En segundo lugar, hay que distinguir la profesión. Se habla de intelectuales y estamos hablando de una profesión, es decir quienes hacen uso del intelecto, reconocido socialmente como profesión.
Cuando se hace del intelecto una profesión, el riesgo que se corre es la escisión entre el uso del intelecto y la práctica en los problemas concretos de la vida, sociales, políticos. Ese es un peligro en el que fácilmente se cae y que es utilizado por la dominación. La Academia, muy fácilmente se aliena y crea un espacio sagrado. La Universidad es una especie de Iglesia que tiene sus propios códigos, su propia lógica y además es un espacio reconocido socialmente jerárquico. La academia tiene una tendencia cientificista y en este caso positivista. Es decir, hay un determinado espacio que es absolutamente racional, pero con un determinado tipo de racionalidad que es la denominada racionalidad científica. Todo aquello que no entra dentro de esta racionalidad es irracional y lo que hacemos, normalmente, es irracional por que no entra dentro de la racionalidad científica y menos aún, cuando estamos hablando de religión.
¿En qué momento la Iglesia Católica, se apropia del sentido de la Biblia como libro sagrado?
La Iglesia no nace como tal sino como asambleas, Iglesias. Todas nacen recuperando el proyecto de Jesús de Nazareth, enfrentado a las corrientes sacerdotales y las corrientes monárquicas. De hecho las corrientes proféticas, en contraposición, expresaban las concepciones que brotaban desde las luchas campesinas, eran sociedades, fundamentalmente, campesinas. Mientras que desde la monarquía, desde el palacio se escribe la biblia desde el ángulo del poder y se hacen lecturas teológicas desde el poder.
Las primeras asambleas cristianas leen la Biblia desde lo profético, desde Jesús de Nazareth. Al irse conformando la Iglesia como institución de poder, siglos IV y V, van a tratar de unificar toda la Biblia desde una lectura del poder. Esta es la lectura que, posteriormente, habrá de imponerse. La lectura de la Biblia que nosotros recibimos.
En la década del 60 y
70 del siglo pasado hay una gran apertura en el seno del cristianismo que tiene que ver con revueltas populares que ocurren en el tercer mundo y es cuando se revitaliza la lectura de la Biblia desde una visión desde Jesús de Nazareth. Allí va a surgir lo que, posteriormente, se llamará Teología de Liberación. Esta teología no es una construcción académica, no surgió en la Universidad. Es una práctica social. La práctica que realizábamos por esos años, era en los barrios, las villas, el campesinado o los gremios. Los sectores populares. A partir de esta práctica en estos sectores es que se impulsa una lectura diferente, comenzamos a redescubrir aspectos liberadores que desconocíamos. Es el Jesús combativo, aquél que, finalmente, el Imperio asesina.
En la medida en que realmente los cristianos, en América Latina, redescubran estas raíces liberadoras del cristianismo, es una lectura muy peligrosa para el poder. De hecho esto lo ha dicho Fidel Castro, el Che. Si, realmente, los cristianos en Latinoamérica, se dan cuenta de qué significa ser cristianos seríamos una fuerza imparable.
Resulta paradójico que la institución Iglesia se presente a sí misma como garante de la espiritualidad del sujeto y por otro lado, exhiba y juegue un timing político asombroso.
La institución Iglesia tiene un manejo político de milenios, eso tenemos que saberlo. Actualmente ha perdido mucho terreno y la concepción de Benedicto XVI es una concepción enmarcada en acuerdo con los grandes poderes económicos. Aquí la lucha está dada, en el ámbito eclesiástico, por Bergoglio y Aguer. Es una lucha de dos derechas.
Bergoglio tiene más muñeca política y más acercamiento a una especie de populismo de derecha; mientras que Aguer es directamente facista, como es Ratzinger. Por eso, aquí el poder lo va a tener cada vez más Aguer. A mi modo de ver, creo, que es la tendencia que va a triunfar por que es la tendencia propiciada por el Vaticano.
Bergoglio ha perdido muchos puntos, con la Ley de Matrimonio Igualitario y Aguer se lo hizo sentir. Para él la derrota tiene que ver con haber sido débil en la campaña en contra. Esto, al interior de la Iglesia crea muchas contradicciones, lo que pasó con Nicolás Alessio, en Córdoba, el cura que se pronuncia a favor del matrimonio igualitario y que es separado de la institución eclesiástica. Esta es la punta del iceberg, por que hay una cantidad de sacerdotes que piensan como él y que obran así sin decirlo. Por que en la Iglesia también los curas, saben manejarse políticamente, saben hasta dónde pueden llegar, qué decir y qué no. Esas contradicciones se van a seguir agudizando en la Iglesia.
En este sentido, creo que, debemos tener más bien esperanza que de parte de los católicos también haya un avance de adhesión a lo que es el proyecto popular, si bien esto va a estar en contradicción con la Iglesia, muchos de los obispos van a saber adecuarse. No espero nada de la institución eclesiástica, pero tampoco tengo miedo de decir que la institución eclesiástica va a estar siempre en contra. Pero no estamos en el 55 y además todo lo que se está saliendo a la luz sobre lo que ha pasado. Es un llamado de atención, muy fuerte.
La pregunta fuera de lugar
¿Qué le dice su madre cuando le anuncia que va a ser sacerdote?
Mi madre me impulsó a ser cura desde chiquito. Soy hijo de una familia campesina pobre, sin medios económicos. Eramos ocho hermanos. Nací en la década del
30 en Federación, Entre Ríos. Mi madre era profundamente religiosa, creo que estaba frustrada y la religión fue un refugio. Para ella un horizonte era el sacerdocio y desde muy chico me impulsó. A los diez años salí del campo.