A mediados de abril, el Concejo Deliberante trató una reforma en el área municipal de cultura. Se trata de una serie de modificaciones orientadas a la creación de una fundación llamada Instituto Municipal de Cultura. Los empleados de la Secretaría de Cultura se oponen a esta modificación en el área, porque privatiza algunos sectores y superpone funciones dentro de la Secretaría, además de no quedar en claro quién y cómo se controlaría esa Fundación.

“La ordenanza se aprobó el 19 de abril. Ese día nosotros tomamos el Cabildo”, describió Marcoff, que además apuntó que “todavía no se reglamentó, por la fuerte oposición que tiene. A partir de ese día, nos reunimos todos los jueves en la Plaza San Martín, artesanos y músicos. Nos conformamos ahí para hacer una jornada artística que pensamos ampliar a todos los barrios de Córdoba, porque la cultura no es un bien de la zona centro”.

“La Fundación les va a permitir tener créditos con bancos nacionales e internacionales y en caso de que quedara deuda, la deuda la pagaría el municipio y sus ciudadanos. Y el dinero que ingrese no va a tener ningún control”, especificó Marcoff. Además, agregó que el pedido del Colectivo es la creación de “Instituto en lugar de esta fundación, porque la Fundación pasaría a hacer lo mismo que se hace en algunas secretarías. Ese es el riesgo que tememos algunos empleados municipales: creemos que podría llegar a disolverse la Secretaría de cultura y que el sector de cultura se administre a través de la fundación. O sea, de manera privada”.

Marcoff, sostuvo además que “Córdoba es una ciudad muy preparada a nivel cultural, con una Universidad con la carrera de teatro, de iluminación y escenografía. Además está la escuela de Teatro Roberto Arlt, donde hay muchos talleres. Es decir, es una ciudad donde hay mucho teatro independiente. En Córdoba no hay industria, ahí se hace todo se por vocación. Si nosotros queremos ser profesionales de la cultura y queremos tener un lugar como nos corresponde, tenemos que luchar para que no se dé esta fundación. Este no es un reclamo salarial, es un reclamo de cultura. La cultura es un derecho humano, y como tal, la tiene que garantizar el Estado.