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Empleadas domésticas: informe de la OIT

Según la Organización Internacional del Trabajo, en Argentina hay 797 mil empleadas. Más del 90 por ciento de las trabajadores proviene de países limítrofes.

“Argentina es uno de los principales países de destino para trabajadoras domésticas migrantes en América latina”, señala el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) difundido la semana pasada, bajo el título “Trabajadores domésticos en el mundo”.

El informe, que tiene como objetivo “garantizar condiciones de trabajo y remuneración decente para los trabajadores domésticos en todo el mundo”, señala además que en la Argentina hay 797 mil empleadas. Allí también estiman que más del 90% de las trabajadoras domésticas proviene de países limítrofes.

Trabajo doméstico remunerado: hacia el reconocimiento de derechos laborales

En ese sentido, la secretaria de Género de la CTA, Estela Díaz, sostiene que “frente a los cambios en la forma de participación de las mujeres en el mundo laboral en los últimos años, que implicaron una transformación en la forma del ejercicio del trabajo doméstico remunerado, hoy nos encontramos con debates legislativos cercanos a la sanción de normas para reconocer y equiparar derechos laborales para el trabajo asalariado en casas particulares”.

Para Díaz, la tarea doméstica “sigue siendo una ocupación completamente feminizada, desarrollada en su mayoría por mujeres con poca escolarización, que provienen de sectores de bajos ingresos, de las cuales más de la mitad son migrantes internas o proventientes de países limítrofes”. Al mismo tiempo, Díaz afirma que “los índices de informalidad del sector son altísimos, sólo comparable al trabajo rural; regido por una normativa expresamente insuficiente y discriminatoria (el Decreto Ley N°326 del año 1956); que se remunera, pero sigue anclado en una zona difusa respecto a su reconocimiento y valoración, así como a la relación que se establece entre empleadores y personal contratado”.

Asimismo, la referente de Género de la CTA señala que “es preciso buscar mecanismos ágiles y sencillos para la registración de las trabajadoras” y que “resulta fundamental promover mecanismos de asociatividad y nuevas formas de prestación de este tipo de servicios. El desafío está en reconocer a este trabajo el valor económico y social que verdaderamente tiene”.

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