, por Julio Albornoz

Del triunfo de Chávez al parto de Obama

Con la contundente victoria bolivariana, el patio trasero está más "desordenado" que nunca. Mientras tanto, EE.UU. se debate entre Barack Obama y el ultra conservador Mitt Romney.

Al Sur del Río Bravo

Muchas son las lecturas, en términos políticos, de la vital importancia para Latinoamérica que tiene el 55% obtenido limpiamente por Chávez en Venezuela. Pero pocas enfocan su valor en el campo del tablero geopolítico global, porque la victoria de Chávez potencia a la Unasur, el Mercosur y la CELAC, refirmando la política de profundización de la asociación estratégica de mercados emergentes Sur-Sur, integrada por Brasil, India, Rusia y China, por fuera del circuito económico-financiero anglosajón. O sea, más oxígeno para los BRICS.
El triunfo bolivariano no sólo le parteneció al pueblo venezolano y latinoamericano; aquella noche de fiesta en Caracas también pertenece a los nuevos actores del mundo multipolar. Aunque nadie se enteró, debido al mismo cerco informativo de los multimedios oligopólicos mundiales, también se celebró sobre la muralla china, las dachas rusas a orillas del mar Caspio y, por qué no, en las calles de Teherán.
Sucede que el fenómeno Chávez es de importancia y alcance global. “Es el petróleo, estúpido”, diría, sin equivocarse, Bill Clinton. Y Venezuela tiene mucho, tanto o más que algunas petromonarquías del Golfo Pérsico.
Es el petróleo por el que los Estados Unidos, mediante sus herramientas guerreristas de baja intensidad como la USAID (agencia estadounidense que opera internacionalmente y recibe directrices del Departamento de Estado), más algunas renombradas ONG expertas en “golpes suaves” (tal como los de Honduras y el Paraguay), financia y financiará a pretendidos representantes del ultraconservador Tea Party latino, como el tal Henrique Capriles.
El candidato de los medios y los soldados de la guerra de cuarta generación en las redes sociales, presentado como “la invicta esperanza blanca”, sufrió su segunda derrota a manos de Chávez. La primera fue en el golpe de 2002, cuando el comandante volvió al Palacio de Miraflores y “el gran cobero” (mentiroso; Chávez dixit) desalojó la oficina que ocupó sólo un día.

Mendaces aliados multimedia, antes y después

La planificación mediática local de intoxicación por desinformación tuvo su cuartel general en Globovisión, donde se estuvo a punto de presentar al niño que el presidente iba a desayunar en la mañana de la elección. Pero desistieron al considerar que la trama del satélite espía ruso, el que volcaría la elección a favor de Chávez, resultaba insuperable.
Lo cierto es que, aun hoy, a semanas del resultado terminante, se llega al extremo de vaticinar el inminente hundimiento de Venezuela.
Bloomberg presentó declaraciones de economistas de los grupos de banca de inversión Goldman Sachs, Standard Chartered Bank y Moody’s Analytics Inc. lapidarios respecto de la economía venezolana, ocultando el altísimo concepto del rendimiento de los bonos del tesoro venezolano, considerados como los mejores del mercado global por reconocidos analistas económicos. Una aseveración que ni siquiera el Wall Street Journal pudo ocultar.
El resultado venezolano se suma a la guerra de divisas: sin guarismos positivos para el establishment financiero en su pulseada contra el real brasileño y ante el “mal ejemplo” de la Argentina, que sostiene una guerra asimétrica, tratando de extirpar de sus entrañas al FMI y demás “organismos multilaterales de crédito”.
Puede que muchos no adviertan el preciso juego argentino de acumulación de dólares para resistir un golpe de mercado. A la vez, el gobierno nacional se garantiza un reaseguro interno, al dificultar el acopio privado del vapuleado y casi sin valor papel verde de los bancos privados de la Reserva Federal estadounidense.

Una elección cotizada en bolsa

El desorden en su “patio trasero” será un desafío más para la plutocracia que gobierna los Estados Unidos en la actualidad, y quizá, por cuatro años más, a través de Obama. Siempre y cuando el ritmo de los acontecimientos globales no cambie dramáticamente y el 6 de noviembre no sea Romney, auténtica esperanza WASP (blanco, anglosajón y protestante) del Tea Party, el que ocupe la Casa Blanca.
Mitt Romney cuenta con los inestimables oficios de recaudación (más de mil millones de dólares) para lanzar un verdadero bombardeo quirúrgico publicitario en los estados indecisos, a manos y modos de Karl Rove, estratega ultraneocon de la era Baby Bush.
Barack Obama, que esta vez no contará con la ventaja de la sorpresa tecnológica de organización por medio de redes sociales, sólo alcanzó lo que un único donante de Romney: 150 millones de dólares.
Pero Obama, gran organizador social, encontró una veta no menor: el voto por adelantado. Tal recurso legal le permite movilizar grupos de activistas al Estado que se requiera, o sea, en el que se desarrolle la elección, al mejor estilo de las tropas de despliegue rápido en Medio Oriente.
¿Podrán los medios de comunicación atenuar el golpe táctico de Obama, convocando a votar por Romney? Se verá.

La resistencia parturienta

El surgimiento de movimientos de resistencia a la bancocracia plutócrata, como el Ocuppy Wall Street y minorías de todo tipo, incluida la mayoritaria colonia latina, parece nivelar el ataque publicitario, y seguramente volverá a apostar por Obama. Una elección del mal menor, ante la alternativa ultramontana de los republicanos encarnada en Romney.
Cinco Estados “ponen en vilo” el montaje hollywoodense de la elección de los electores yanquis.
En Iowa, Massachusetts, Colorado y Michigan la disputa parece ser cabeza a cabeza, pero es en la Florida donde se enfocan los artilugios electorales de los republicanos, orientados a dificultar el voto de las minorías (voto que no es obligatorio) y judicializar el acto eleccionario, tal como lo sufriera Al Gore en 2004.
¿Estamos ante otro golpe suave?
Amerita recordar que la elección de presidente en los Estados Unidos no implica que gane el más votado por el pueblo: gana el que más electores estaduales reúna.
¿Qué es más funcional a la plutocracia: el soft power demócrata o el palo y la zanahoria republicanos?
China acaba de anunciar la muerte del dólar como moneda de reserva mundial. La única moneda en vigor es el petróleo, y desde ya todas sus transacciones en el área energética serán en yuanes.
Como dicen los cubanos, apareció el peine. Un peine conservador llamado Romney. Ahora, el candidato republicano y mormón está en el ring. Y Obama en la sala de partos.