Quién fue Antonio Villares
A su memoria: Muere electrocutado operario del subte – era el escueto titular de Perfil. Télam, para la misma noticia: Tras la muerte de un operario, trabajadores del subte paran en reclamo de seguridad laboral. Y en la crónica se dice el nombre: Antonio Villares. Esto sucedió el 2 de abril, mientras Buenos Aires se anegaba y ríos de aguas avanzaban arrastrando autos y bienes.
Y, muere electrocutado un operario.
Operario. O podrían haber titulado, muere electrocutado un hombre. Pasa que detrás del operario, del trabajador, está el hombre, está la familia, los hijos, los amigos, la pasión por la vida de ese hombre. Entonces, para completar esa imagen desdibujada, desde CTA Prensa se fue a buscar información para completar quién fue en vida Antonio Villares.
Palabras de un compañero
Bajo tierra, sea un subte o sea una mina, es especial entrar en esas entrañas. Ahí hablamos con Gastón Galarza: compañero de trabajo Villares, nos dice: Antonio era un hombre excelente. Y no digo esto por lo que pasó: realmente, daba alegría al sector. Era electricista, de servicios auxiliares. Entramos a trabajar en la empresa el mismo día –ya van a ser 10 años. Entonces, verlo y compartir durante 10 años y perderlo de esa manera, es un golpe. Antonio era especial: era como que no soportaba un fracaso. El tenía que solucionar, se emperraba si la cosa no andaba. Llegar al laburo y enterarte que el compañero ha muerto, es duro.
¿Cómo era? Antonio era de andar, una persona alegre. Eso siempre sorprende ¿no? Alguien que trabaje y se sienta bien, a gusto con lo que hace. Ese era su estilo. Le gustaba lo que hacía. Era de viajar, muy activo. Viajaba y subía todo al Facebook. Y después la militancia gremial. ¿no? Siempre estaba. Para nosotros era una presencia. Uno no se la espera y menos que le pase a él, que sabía y era de cuidar. Un golpe duro. La vida sigue, pero el compañero queda en uno, una ausencia que pesa. Pienso, todos tenemos problemas, pero Antonio tenía un carácter, digamos, que los problemas si los tenía, los dejaba afuera. Ahora no está. Y digo: un trabajo no es para dejar la vida. Hay que volver a casa. Y esto que pasó no fue un accidente, hay responsables, hay precariedad. Que un disyuntor no funcione y que no exista una alarma, bueno, eso es precariedad y por eso Antonio no está con nosotros, ahora.
Pablo Facundo, el hijo.
Mi padre era de Santiago del Estero, capital. Del barrio Huaico Hondo, ahí está toda la familia todavía. Después se vino. Antes trabajó en los astilleros. Tuvo otros trabajos y se fue especializando en electricidad. Mi abuelo era afilador de cuchillos. Vino de España. Esa es una historia larga.
¿Cómo era mi viejo? Sí, era chicanero, se divertía. Era de tener ese humor. Joder. Me enteré que los pibes más jovencitos en el trabajo lo lloraron mucho. Era solidario. Lo que sabía te lo enseñaba. Y en el barrio lo mismo. Es un barrio de monoblocks donde vivía –yo y estoy en mi propia casa-, y era un barrio deteriorado, y poco se ocupa la municipalidad entonces habían hecho una especie de consorcio solidario y él estaba ahí. Por ahí todo el fin de semana pasaba en eso, arreglando algo. Fue de ayudar. Estaba en él. A mi un poco siempre me sorprendió ¿no? Tan dispuesto a ayudar.
Y no siempre le fue fácil. Tuvo una época, bueno, como el país, era la época del retiro voluntario de Menem. Renunció al astillero y él había comprado en Claypole un terreno, allí hicieron con un tío mío un complejo deportivo y eso no duró mucho y se quedó sin trabajo, anduvo con presupuesto recordado. Época dura, hacía changas como electricista. En un momento entra en Tandanor, en electricidad. Ahí la empresa que paga nada, en plena crisis. Y fue acumulando deudas.
A nosotros nunca nos falto nada, ni básico ni no básico. Educación, ropa, viaje de egresados. Hoy me pregunto cómo, un poco por qué. Se endeudaba y nosotros como que nada. Luego entra en Metrovías y le llevó un par de años sacarse la deuda. Y después, “agarre fuerte” que me doy todos los gustos. Era un hombre de salir a cenar, andar. Viajes, pescar. Activo. Nosotros –mi hermana menor y yo- desde chiquito anduvimos por todo el país, Era viajero. Y fuéramos para donde fuéramos terminábamos pasando por Santiago
Bueno por ahí no se. Yo me peleaba bastante con mi viejo. Los dos teníamos carácter fuerte. Eso duele. Uno no piensa en esas cosas. Bueno. Lo que me sorprendió fue los compañeros jóvenes, pibes, llorando. En el barrio también, los encontrabas llorando la muerte de mi viejo. Fuerte. ¿Militancia gremial? Sí, era de meterse en el sindicato. Estaba con los metrodelegados, mucho rollo –para mi gusto-, mucho la política. Y recuerdo que cuando entró a los 10 días en el subte largan un paro, y él los consulta, les dice, “muchachos, y ¿si hago huelga y me rajan? Le dijeron que no, que lo iban a defender a muerte. Se plegó al paro. Medio apretando pero tampoco era de dejarse llevar.
Yo noté –digamos, ahora lo veo claro- él pasó por la vida y por donde pasó marcó a la gente que estaba a su lado. Todos hablamos de ser solidarios, otra cosa es serlo: para mi viejo la amistad era importante y ser desinteresado era importante. Muy querible, querido. Dejo una huella. Y duele más, ¿sabe por qué? porque estaba en uno de los mejores momentos de su vida. La estaba viviendo. Y esto que se corta. Te deja solo.
Por Tabaré