, por Mariana Carbajal

Fuente: Página/12

Si es uniforme, tiene que ser uniforme

El ex Colegio Nacional de Dolores obligaba a las chicas a usar guardapolvos blancos, mientras que los chicos podían ir como quisieran, aduciendo el decoro. Con apoyo de una docente, reclamaron hasta que esta semana lograron ser reconocidas.

En la escuela secundaria E. E. S. Nº 3 de la localidad bonaerense de Dolores –el ex Colegio Nacional–, las alumnas se rebelaron contra el uso obligatorio del guardapolvo blanco por considerar que es discriminatorio en relación con sus compañeros varones que no deben llevar uniforme y eligen la vestimenta para ir a clases. Pero las autoridades educativas no les permitían ir sin delantal por una cuestión de “pudor y decoro”: alegaban que podían “provocar” a sus compañeros con sus atuendos. La movida comenzó meses atrás en un curso, con el apoyo de una profesora de Literatura y secretaria de Derechos Humanos del gremio docente Suteba en Dolores, y se fue extendiendo al resto del colegio. Juntaron firmas, llevaron el planteo al Centro de Estudiantes y al Parlamento Juvenil del Mercosur, y sumaron al reclamo a los varones, que a modo de protesta concurrieron con el guardapolvo de sus compañeras. Finalmente esta semana, el director Gustavo Pigretti, aceptó el planteo y las chicas ganaron su batalla: ahora pueden elegir si quieren o no ir con guardapolvo. Tres de sus protagonistas contaron a Página/12 la experiencia.

“Queríamos venir todos iguales. Nos parecía discriminatorio que nosotras tuviéramos que usar guardapolvo y los varones ningún uniforme. A principios de octubre empezamos a venir sin delantal cuando nos enteramos de que en los cursos de la mañana habían empezado con este reclamo. Pero tuvimos una reunión con el director y no llegamos a ningún acuerdo. Nos decían que teníamos que taparnos porque las mujeres se visten provocativas, con ropas ajustadas”, contó a este diario Valentina, alumna de 3º B. “Estamos de acuerdo con que nos pongan reglas. Por ejemplo, que no usemos ropas ajustadas o remeras sin mangas, pero ¿por qué solamente las mujeres van a llevar uniforme?”, agregó Celina, del mismo curso. Valentina y Celina fueron dos de las promotoras de la movida en el turno tarde, después de enterarse de que en cursos de la mañana otro curso estaba elevando el reclamo a las autoridades del ex Nacional.

Históricamente, al Colegio Nacional de Dolores –como ocurría en otros secundarios públicos de la provincia– los varones iban con pantalón gris y camisa blanca, pulover azul o gris, blazer azul, pero el uniforme masculino se fue flexibilizando con los años y fueron adoptando el jean y remeras u otro tipo de camisas. Pero en el caso de las chicas, quedó el uso obligatorio del delantal blanco.

La rebelión contra el guardapolvo, en realidad, surgió a principios de año en las clases de Literatura que dicta la profesora Cecilia Coronel en el curso de la tarde de 4º 2º, donde trabaja con perspectiva de género. Coronel es también secretaria de DD.HH. de Suteba en Dolores. “Era un grupo difícil, nada les interesaba, después de probar con diferentes estrategias les propuse observar el rol de la mujer en los mitos griegos. Fui más allá y me propuse demostrarles, con tono de de-safío, que los mitos contribuyen a crear una sociedad patriarcal, donde la mujer es un ser inferior, débil, vulnerable, sexual y del orden de lo privado. Y, peor aún, que esa perspectiva es la causa de la violencia de género”, contó a este diario la docente. Entonces le propuso leer fragmentos de la Odisea y de la Ilíada. “Analizamos la figura del héroe griego, sus fabulosos atributos y la relación con las mujeres que aparecen en los relatos. Pero nos concentramos un poco más en Creusa, Penélope y Elena, otra causante de males. Finalmente, miramos un video donde se recrea la historia de Medusa. Una sacerdotisa de Atenea que es violada por Poseidón. Atenea, su diosa, se enoja con ella porque considera su belleza una provocación para el dios macho que como es de esperar quiere tener todo aquello que es objeto de su deseo. Esa es su naturaleza. Y la naturaleza de Medusa es la de ser casta. Como ya no lo es, la castiga enviándola a una isla, convirtiéndola en un monstruo con cabellos serpiente y condenándola a la soledad eterna”, relató.

–¿Y cómo llegaron de los mitos griegos a reclamar contra el uso del guardapolvo?

–Del análisis y debate sobre este mito, una alumna, Milagros, comparó la desgraciada historia de Medusa con el argumento que usan en la escuela para imponer el uso del delantal. Ella dijo que la habían sancionado por ir sin delantal con el argumento de que hay que guardar el decoro, no provocar a sus compañeros. Investigamos en la página web de la Defensoría del Pueblo y escribimos entre todos un reclamo para ser presentado en el Centro de Estudiantes. El reclamo está fundamentado con varias leyes: la Ley Nacional de Educación, la de Educación Sexual Integral, la de Protección de la Niñez y Adolescencia y la 26.485, contra la violencia de género. Alumnas y alumnos juntaron firmas en toda la escuela e hicieron la presentación por medio del centro de estudiantes y en el Parlamento Juvenil del Mercosur. “Pasaron aproximadamente cuatro meses en los que no hubo respuesta. Se conversaba el tema en los pasillos, pero no había definición. Mientras tanto, el rumor y la inquietud ya estaba instalado y a la tarde algunas de las chicas del curso de 3º D comenzaron a ir sin guardapolvos por lo que la dirección les envió una nota a los ‘padres’, no a las madres, informándoles que sus hijas no podían ir sin delantal a la escuela”, siguió Coronel. Entonces, leyeron lo que decían las leyes en las que fundamentaron su reclamo en el turno mañana, y cuando descubrieron que la Ley Nacional de Educación habla de que no está permitida la discriminación por género se convencieron y decidieron ir al otro día sin delantal y alentar al resto del alumnado a hacer lo mismo. Esto ocurrió a principios de octubre. Sus compañeros apoyaron el reclamo poniéndose ellos guardapolvo.

Las autoridades reaccionaron amenazándolos con ponerles una inasistencia y llamar si alguna volvía a ir sin delantal. Valentina lo hizo y fue “sancionada” con una inasistencia. Y por eso, como jefa de aula de ese curso, pidió una reunión con el equipo directivo y el centro de estudiantes para tomar decisiones. “De la reunión surgió cierto miedo al cambio, el prejuicio de que las chicas empezarían a ir con pantalones ajustados, remeras cortas, calzas, polleras, shorcitos, etc. La respuesta fue que se resolvería el año que viene. Sumado a esto, el Acuerdo de Convivencia no decía nada sobre el uso obligatorio del delantal, sino que la frase que utiliza para hablar de la vestimenta en la escuela es ‘privilegiando el uso del guardapolvos blancos’. No especifica quiénes lo pueden usar y tampoco obliga. Por lo que debieron aceptar que a Valentina no se la podía sancionar. Primero, porque ella no había transgredido ninguna norma, y segundo, porque estaba siendo discriminada dos veces”, detalló la profesora de Literatura y aliada de las alumnas en esta batalla.

El miércoles 5 de noviembre se reunió el Consejo Institucional de Convivencia –integrado por dos docentes, delegados de los cursos, un miembro del Equipo de Orientación Escolar, madres y padres y el equipo directivo– y finalmente se decidió “acompañar el reclamo”, previa reunión con los padres y madres del turno tarde para explicar las razones de la medida y dejar en claro cómo deberán ir vestidas a la escuela.

–¿Qué reflexión le dejó toda esta movilización que protagonizaron las alumnas? –le preguntó este diario a Coronel.

–Sigo trabajando mucho para que las chicas asuman la condición de víctimas de violencia simbólica. En general, ellas hablan de discriminación lisa y llana. El argumento es ¿por qué ellos sí y nosotras no? La realidad es que cuesta desandar tanto aprendizaje machista y es muy necesario que la escuela empiece a implementar de verdad la Ley de Educación Sexual Integral, incorporar la perspectiva de género en las materias y revisar las prácticas machistas hacia dentro de cada institución.