-Manuel, ¿cómo surgió el plenario autoconvocado de ayer en ATE Capital?
En la mañana del miércoles 3 de octubre, delegados de la seccional Capital de ATE, trabajadores a nivel nacional, porteño y universitario nos autoconvocamos para rechazar el paro de Pablo Micheli, porque, en primer lugar, se convocó por los medios masivos de comunicación. Y porque, en una reunión del Consejo directivo de ATE Capital que tuvo lugar el martes 2, se decidió no convocar al plenario de delegados. El Plenario de delegados es el ámbito orgánico donde deben discutirse y resolverse la adhesión o no a las medidas de esta organización de base de la CTA. Como no ocurrió esto los compañeros de distintos sectores nos autoconvocamos en la sede de ATE y votamos no adherir a este paro.
La autoconvocatoria contó con unos 300 delegados, de los cuales un tercio éramos de la Lista Azul. Pero estuvo además conformada por varios sectores y comisiones internas. También hubo compañeros de sectores de la Lista Verde que rechazan este método arbitrario, verticalista y oportunista, en principio, porque no se puede convocar a la militancia a un paro a través de los medios de comunicación como lo hizo Pablo Micheli, que lleva esta medida en conjunto con la Federación Agraria, la CGT de Hugo Moyano y otros sectores. Y además, porque si bien hay algunas reivindicaciones que impactan en el conjunto de los trabajadores estatales, hay muchas más que no tienen nada que ver, empezando por el Impuesto a las Ganancias. Difícilmente un trabajador del Estado alcance a pagar Impuesto a las Ganancias. Con lo cual, este paro es absolutamente político y está diseñado por un conglomerado opositor. Quienes hoy ejercen la conducción hegemónica de ATE quieren que el sindicato se transforme en un furgón de cola de una apuesta política partidaria de un puñado de dirigentes.
Que en esa reunión de la Comisión Directiva de ATE Capital no haya prosperado la convocatoria a Plenario, que debía ser resuelta por todo el Consejo Directivo, cuando lo más natural y lo más orgánico que tiene que ocurrir es que cada seccional convoque a un plenario de delegados que resuelva adherir o no, forma parte una serie de hechos que vienen sucediendo de manera gradual. Este fue el más abrupto y violento. Que el propio Consejo Directivo de ATE Capital, más allá de las diferencias que pueda llegar a tener en su seno, no logre un acuerdo en un principio básico habla de una seccional al borde de la cornisa. Perder esa práctica política dentro del sindicato es un retroceso político sin dimensiones. Empieza, entonces, a haber un estado de degradación del nivel de conducción política del sindicato. Esto hizo que los compañeros nos autoconvocáramos para rechazar el paro del miércoles 10. Yo tengo 23 años en ATE y es la primera vez que ocurre algo así. El estatuto de ATE establece claramente que una de las instancias de mayor nivel de decisión soberana y participativa es el plenario de delegados.
-¿Qué significa esto para la Lista Azul?
Para nosotros esto profundiza las contradicciones y abre el debate, aunque el michelismo y el degenarismo plantee que la Lista Azul y los sectores de ATE Capital diga que estamos siendo influenciados por el Gobierno Nacional y somos tentáculos del Kirchnerismo, sin tener en cuenta que acá lo que están planteando los compañeros es la actitud metodológica con respecto a un mecanismo que debería ser natural y democrático.
-Si bien para un trabajador del Estado sea paradójico, porque alguno puede comulgar con este Gobierno, pero el Estado sigue siendo el patrón, ¿cómo se para el común de los trabajadores estatales frente a esto?
Ningún trabajador estatal come vidrio. Entiende claramente que hay avances importantes y que también hay cosas que discutir. La regularización del empleado público, eliminar las contrataciones precarias, el pase a planta permanente y el blanqueo de sumas no remunerativas, son algunas de ellas. Eso no implica que el compañero o la compañera que trabaja en el Estado entienda que tenga que salir a confrontar de manera irracional contra el Estado empleador.
-Como sí se debía hacer durante el menemismo.
Exacto. En los años noventa no había ningún tipo de contradicción. Ante la brutal agresión, achique de Estado y gasto público; reducciones salariales, venta, despido y desguace, la opción era enfrentar o resignarse. En ese momento, al no haber presupuesto, el CONICET estaba desfinanciado. Yo lo puedo decir claramente: hasta el 2003 éramos 7500 trabajadores en todo el país y hoy somos 18.000; además, había 2300 becarios, y hoy hay 9500. Se trata de graduados universitarios que empiezan a desarrollar una carrera de investigación, a formarse en todas las disciplinas científicas. Entonces, plantear que la política científica es la misma que la de Domingo Cavallo, cuando mandó a toda la comunidad científica a lavar los platos, es un error. Y los compañeros lo ven. Esto no significa que no haya que demandar, reclamar y buscar mecanismo de participación, discusión y elaboración en cada uno de los sectores, pero es inconcebible que la propuesta del sindicato sea la confrontación abierta, sobre todo cuando, y hay que decirlo, ATE está financiando campañas políticas partidarias con fondos que provienen del Convenio Colectivo de Trabajo firmado con el Estado empleador. Se trata de miles de pesos, recursos que deberían ser volcados en capacitación, formación y asistencia para los trabajadores.
