¿Andrés, cómo fue el encuentro del viernes 13?
El encuentro del viernes contó con la presencia de compañeros de Río Negro, Mendoza, La Rioja y de la provincia de Buenos Aires. Fue el tercero que organizamos y allí hicimos un balance sobre Río+20 y se trabajó sobre la perspectiva de trabajo para el segundo semestre, con la idea de buscar una asociación tanto con la Secretaría de Medio Ambiente como con la administración de las ART. El objetivo es definir una política y darle una continuidad, también definir encuentros regionales y fijar un nuevo encuentro del espacio nacional para la segunda quincena de agosto. Tomamos cada una de las necesidad y definimos el mapa donde prioritariamente la CTA va a desarrollar estos cursos. La jornada terminó poniendo en común el trabajo de los dos grupos que redactaron documentos, uno de Salud Laboral y otro de Medio Ambiente.
¿Cómo fueron los encuentros anteriores?
Nuestro objetivo es darle impulso a la reconstitución del equipo de trabajo de la Secretaría de Salud Laboral y Medio Ambiente, que va a estar dirigida por Francisco Ledesma. Históricamente, la CTA tuvo desarrollo en el tema y con la problemática medioambiental. A partir de la crisis de la CTA esto quedó dilatada y la decisión de la Central fue reconstituir y concentrarla, para darle una tarea concreta de integrar al país en ambas problemáticas, vinculando tanto todo lo que tiene que ver con las cuestiones ambientales y productivas, con lo que es la salud laboral y lo que tiene que ver con el modelo productivo y el trabajador. Esos dos encuentros anteriores habían estado vinculados en cuál iba a ser la postura que nuestra Central iba a llevar a Río + 20. Ahí hubo una tarea de difusión, discusión y definición de una política como central sindical hacia Rio+20, en donde tuvimos una presencia importante en dos actividades: la asamblea sindical y la Cumbre de los Pueblos. Ahí logramos que una compañera de Mendoza, referente de este espacio, Avelina Alonso, pudiera estar en parte de las negociaciones oficiales. O sea, que la CTA pudo marcar una presencia importante en ese evento. Pero la política de esta secretaría no se agota en un evento internacional.
¿Todas las actividades están dirigidas a militantes de la CTA?
La idea es vincular las problemáticas de salud laboral y de medio ambiente con varias iniciativas que tiene la CTA. Esto significa, básicamente, una política de articulación con el conjunto de organizaciones sociales y políticas, en avanzar en lo que definimos como la política pública: revalorizar el valor del estado, pero en un marco de alianza con los movimientos sociales y la sociedad civil, donde se redefina y se rediscuta el concepto de lo público. Creemos que el Estado está teniendo un cambio sumamente importante, pero tampoco tenemos que esperar que todo lo haga el estado, sino que en un marco de asociación tenemos que juntarnos, hacer una propuesta amplia y con el conjunto de los actores sociales y empezar a intervenir. No meramente como consultora, si no como partícipes de cada una de las problemáticas, enfocando en la realidad social.
¿Por ejemplo, qué problemáticas?
Desde el problema de la basura en la provincia de Buenos Aires, a las mineras, los agrotóxicos y los tareferos. Cada lugar del país tiene una determinada problemática: cada uno de los modelos productivos implantados en la década del ’90 tuvo como variable de ajuste la condición de salud del trabajador. Queremos reveer todos los modelos productivos y no solo lo que atañe a la salud del trabajador, sino también lo que tiene que ver con el medio ambiente y la vecindad. Por ejemplo, se ponía el caso de una procesadora de pollo, en el conurbano bonaerense, que dejaba los desperdicios. Tras una importante pelea de los trabajadores junto a la comunidad, se logró una mayor inversión para revertir esa situación. La idea es discutir esas problemáticas ambientales, detectar y gestar un mapa de problemática ambiental y cómo el conjunto de la sociedad, sin ir a una postura contra cualquier proceso, si no ver cómo ese proceso productivo no dañe ni al trabajador ni a la comunidad , y cómo se hace factible un proceso productivo que redistribuya la riqueza en el conjunto de la sociedad. Eso es cuidar el medio ambiente. Partimos que la obligación de la CTA como Central de Trabajadores es redefinir un modelo productivo sustentable que ponga el ojo en la salud de la gente y su comunidad. Inclusive, también se llegó a discutir con total franqueza, que muchas veces son los propios trabajadores a los que mandan a hacer estos atentados contra la naturaleza, los que abren y vierten los efluyentes, por ejemplo. Entonces, tomando conciencia que el rol del trabajador no es solo ganar un salario, sino que también es preservar la comunidad y el medio ambiente, en alianza con cuidar su puesto de trabajo, considerando que muchas veces son los propios trabajadores los que tienen el conocimiento del mecanismo de resolución de estas problemáticas.
¿Qué conclusiones surgieron a partir de Río+20?
Para empezar, sepamos que hoy, el modelo productivo nos ha llevado a un mundo inviable y a una sociedad que se agota y que hoy el tema empieza a estar en el debate público y en la agenda cotidiana. Si vemos en el contexto global, el resultado de Río+20 no es el más favorable, porque en realidad la correlación de fuerzas sigue siendo desfavorable para los que queremos vivir en justicia y en equidad, pero también demuestra que por primera vez, y a partir de la importancia que tuvo la Cumbre de los Pueblos y la actitud de determinados gobiernos regionales se les vuelve a poner límite a determinadas pretensiones del norte. Así como fue el freno al ALCA en el 2005, este Río+20 significó que los poderosos no pudieron dictaminar lo que querían. No se pudo avanzar en la medida que esta región del mundo quiere. Quedó claro qué es lo que queremos y que hay una región del mundo que va a pelear por eso.
