, por Carlos Girotti (*)

Es preciso parar el genocidio del pueblo palestino

GAZA MASACRADA

La operación “Borde Protector” -eufemismo oficial israelí para no decir “masacramos civiles palestinos”- pareciera ser más benigna que su antecedente de 2009, la truculenta “Plomo Fundido”. En aquel entonces se contabilizaron más de un millar de palestinos muertos, varios miles de heridos e incalculables pérdidas materiales.

Ahora no: en menos de una semana de bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza, los civiles palestinos todavía no alcanzaron la cota de los 200 asesinados. Y eso que los ataques se producen cada cinco minutos, so pretexto de que la guerrilla de Hamas continúa disparando cohetes -que nunca llegan a destino porque la defensa antiaérea israelí los baja antes- y porque todo indica, para el gobierno israelí, que Hamas tiene reservas de cohetes como para disparar dos décadas más, aunque estos disparos no hayan producido ninguna víctima verificable.

El genocidio contra el pueblo palestino sigue en ejecución porque el terrorismo estatal israelí avanza impunemente sin que la llamada comunidad internacional haga nada efectivo al respecto. Atrás, muy atrás han quedado los aportes de pensadores de todas las culturas -incluyendo aquí a árabes, palestinos y judíos, en el sentido de convocar a un entendimiento para que ambos pueblos, el palestino y el israelí, pudieran contar con sus respectivos Estados nacionales, con fronteras estables y seguras y libre acceso al mar para ambos. De nada han servido esos aportes, hechos desde la buena voluntad y desde la comprensión de que sólo un acuerdo de ese tipo podría asegurar una paz digna y esperanzadora. La derecha israelí -tan conservadora, racista y brutal como cualquier otra- ha preferido siempre el argumento del exterminio palestino para asegurar en la región su supremacía cultural, religiosa, política, económica y, desde luego, militar. En el bombardeo a Gaza no se trata de acciones bélicas concebidas en clave de autodefensa frente a una agresión externa de similar poderío; el Estado israelí despliega toda la capacidad destructiva que ostenta su ejército -uno de los mejores pertrechados del mundo- contra un pueblo indefenso, acorralado en un territorio exiguo y carente de una fuerza armada regular.

Es preciso impedir que esa derecha israelí -contraria a todos los ideales y principios humanitarios que guiaron y aún guían a lo mejor de la cultura judía- perpetre el exterminio del pueblo palestino. La bandera emancipatoria que supone el principio pacífico de dos Estados para dos pueblos, debe presidir todas y cada una de las manifestaciones antagónicas a este genocidio sistemático. Ninguna dilación debe ser aceptada, mucho menos por los trabajadores organizados de la Argentina que hemos hecho del juicio y castigo a los genocidas locales una bandera irrenunciable.-

(*) Director de Comunicación de la CTA