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Provincia de Buenos Aires

Elecciones en ATE: reportaje a Dina Marcuzzi

Dina Marcuzzi, cabeza de lista de la Agrupación Pocho Lepratti y candidata a secretaria general del ATE bonaerense por la Lista Azul , no busca polemizar con sus exaliados políticos. Lamenta que la actual conducción haya perdido el rumbo y analiza la falta de visión para rescatar las conquistas de los trabajadores. Si gana se propone reformar el estatuto y abrir la seccional La Plata para que los estatales platenses dejen de ser ciudadanos de segunda

La candidata a ocupar el máximo sillón de la Asociación de Trabajadores del Estado en la provincia de Buenos Aires, Dina Marcuzzi, cuenta con una historia muy similar a la de muchos jóvenes que en la década del 70 tuvieron que abandonar sus afectos para salvar sus vidas. Así fue que en 1979, con 24 años y una beba a cuestas partió junto a su compañero hacia la lejana y salvadora Venezuela. Allí rearmó su familia y a los pocos meses tuvo su segundo hijo al que le prometió que pronto volverían a casa. Y así fue: el 17 de diciembre de 1983, una semana después de recobrada la democracia volvía a caminar el empedrado de las diagonales de la ciudad que la vio nacer.
 
Luego de un año y medio de vivir de changas logró ingresar al Instituto de la Vivienda del Ministerio de Infraestructura y Vialidad de la provincia de Buenos Aires donde actualmente es la Secretaria general de la Junta Interna de los Trabajadores. Hoy, con 56 años y su mirada puesta en las nuevas generaciones, no reniega de su historia de su paso por la Juventud Trabajadora Peronista ni del dolor que le causó el exilio: “lamento mucho que mis compañeros de la actual conducción de ATE se pierdan esta oportunidad de hacer los aportes necesarios para seguir creciendo. Lamentablemente se quedaron en la resistencia de los años 90 y no logran comprender la realidad de estos años”, señala Marcuzzi.

¿A qué le asignás el actual protagonismo político de la mujer?

 En primer lugar estoy muy orgullosa de los compañeros de militancia que tuve en la década del ’70. Fueron compañeros con mentalidad muy abierta y que siempre estuvieron dispuestos a ceder espacios de poder para las mujeres, y muy respetuosos en el debate, en la promoción de la figura de la mujer, en las responsabilidades que nos iban asignando y que íbamos conquistando. Tal vez fue un privilegio formar parte de espacios junto a compañeros que jamás nos discriminaron y en este momento de la historia Argentina hay muchas compañeras mujeres conduciendo en lugares trascendentes como en el caso de la Presidenta. Nosotras somos el resultado de una práctica militante en donde hemos estado a la par de nuestros compañeros varones. Entonces no me sorprende poder ejercer tareas que tenemos conquistada en una sana competencia y de aprendizaje de igual a igual con compañeros varones que sean brindando.

¿Que propuestas tienen para mejorar ATE?

Nuestra agrupación -Pocho Lepratti- nace de la necesidad de instalar más debate, más participación y más protagonismo del afiliado al interior del gremio. Es la única forma que nosotros concebimos para darle una nueva esencia y un nuevo sentido. Lamentablemente nuestro ATE perdido el verdadero rumbo que es defender a los trabajadores. Se alejó mucho de la realidad social y se distanció de nuestros compañeros. Y, para mal de males, toma resoluciones que no son consultadas y mucho menos debatidas en los lugares de trabajo.

-¿Qué diferencias los llevaron a no acompañar más a la actual conducción?
 Mucha. Hace veinte años ganábamos con la Lista Verde de la Agrupación Anusate, un gremio que en aquel momento no respondía a la clase trabajadora. Pasaron dos décadas de ese triunfo y, si bien hemos obtenidos logros laborales y gremiales, todavía tenemos un enorme vacío con el afiliado platense. En estos años nunca se tomó la decisión política de conformar en la ciudad de La Plata una seccional de ATE. En ese contexto, la comisión directiva provincial funciona en forma anormal: no logra contener las demandas de los trabajadores platenses y tampoco hace lo mismo con los trabajadores bonaerenses. También ocurrió que en estos veinte años preparamos un gremio para la resistencia de las políticas neoliberales de los años ’90, cuando hoy vivimos momentos políticos distintos. En concreto, la actual conducción carece de capacidad para adecuarse a estos tiempos. Y además no logra dar el salto de la resistencia a la ofensiva para capitalizar los logros gremiales. Es por eso que creo que nuestro gremio necesita dar ese paso importante de cambio y revalorizar así a los trabajadores de la ciudad de La Plata, para que sean ciudadanos de primera y cuenten con una seccional propia, como el resto de los distritos.

-¿Que le dirías a tus compañeros de militancia que hoy están en una vereda opuesta?

 Hay una dinámica interna de cada compañero donde va registrando sus expectativas personales y colectivas, cuál es su lugar de inserción más acertado y su conducta política en el presente. En lo personal, me da cierta tristeza pensar que se están perdiendo una oportunidad de poder vivir el presente de otra manera y poder hacer los aportes necesarios para seguir creciendo. Creo que ellos se lo están perdiendo porque están haciendo una lectura errónea de la realidad. Quizás están mas preocupados por su pequeña huerta y no dimensionan el universo que tenemos por delante para construir y moldear en favor de la clase trabajadora. Falta mucho por hacer pero también es muy importante cómo se sitúa cada uno de nosotros como protagonista de este nuevo relato.

-¿Esta opinión es compartida por el resto de los trabajadores estatales?

Nosotros creemos, y esto nace de las charlas que tenemos en la promoción de la Lista Azul, que son muchos lo compañeros que están en esta misma sintonía. Esto nos alienta. Muchos estaban esperando que alguien saliera a decir que país estábamos viviendo y que herramientas debemos tomar para continuar conquistando mas derechos para la clase trabajadora. Vemos que nuestra propuesta es compartida por muchos. Nosotros como lista Azul somos el emergente de estos debates entre los trabajadores. No somos iluminados o ajedrecistas; somos producto del debate cotidiano en nuestros lugares de trabajo. Vemos el vaso medio lleno y trabajamos para continuar llenándolo.

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