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Texto y foto India Rodríguez

El fotógrafo de mirada distinta

, por India Rodriguez

Gianni Mestichelli, nació en 1945 en Ascoli Piceno, Italia. A los tres años llegó al país con sus padres. Tiene cincuenta años en la fotografía. Conoció la redacciones de los años `60. La mítica Editorial Abril fundada por César Cívita; Atlántida con una tirada semanal de varias revistas que superaba holgadamente el millón de ejemplares y también el difícil camino de ser fotógrafo freelance. Mestichelli fue testigo de los grandes innovaciones que tuvieron lugar en el campo de la imagen, por ejemplo el salto cualitativo que supuso pasaje de la tecnología analógica a la era digital y por ende, también, la consiguiente reformulación del rol de la imagen en la actualidad.

-¿De qué manera se da su acercamiento a la fotografía?

De manera casi forzada. A los catorce años trabajaba con mi padre, que estaba separado, tenía otra familia. Había dejado de estudiar y nos llevábamos mal. Un día me dijo de ir al centro, y allá me depositó en un negocio de fotografía como cadete. Me dijo: "A partir de hoy trabajas acá". Era gente realmente muy cariñosa, casi como una familia. Un negocio muy importante, pero chico.
En esa época todavía te preguntaban qué vas a ser cuando seas grande y trabajaba la cabeza diciendo: cadete no puede ser futuro. Intenté ir a la escuela nocturna, pero no me daba la cabeza más que nada por los problemas familiares y me dije "estoy en fotografía, voy a aprender fotografía". Por ese tiempo ganaban mucha plata los que sacaban fotos de casamiento. Estaba de moda sacar fotos en 3D. El dueño del negocio me presentó para hacerme socio del FotoClub Buenos Aires, donde descubrí que, en realidad, lo que yo imaginaba como una buena salida laboral era la peor manera y empecé a inclinarme hacia las fotos artísticas.

-¿Cómo era el FotoClub?

Allí había cuatro figuras: Anne Marie Heinrich, Anatole Saderman, Senderowicz, y Francisco Vera que era corresponsal de Times Life y presidente del Fotoclub. Para todos los que éramos del Club era lo máximo. A él le pregunté cómo podía hacer para aprender periodismo. Me contestó algo bien gallego: "para hacer periodismo hay que saber sacar fotos". Pero ¿cómo? Era un círculo vicioso. Dije "este me echó flit", y no, luego se acordó. Cuando tuvo que formar el primer equipo de fotógrafos en la editorial Abril, me convocó. Me dijo de hacer una prueba para entrar al equipo, él quería un equipo de fotógrafos absolutamente distintos de lo que había en plaza. Casi todos los fotógrafos trabajaban con flash directo y él casi no lo permitía.
Como casi no había tenido experiencia, preferí empezar de abajo, como ayudante cubetero y así fuí creciendo hasta que me pasó a fotógrafo. Después él mismo echó y eso mismo me hizo poner a prueba. Fue una época muy difícil la de freelance, sobreviví penosamente. Después entré la Editorial Atlántida.
Del periodismo todavía se vive en casa, mi mujer es periodista. Pero yo dejé en el año ’82. Siendo freelance, tuve la impresión de que cada vez que empezaba tenía que ir rindiendo examen de ingreso...
Y un día se abrió una puerta por el lado del espectáculo y empecé a hacer fotos.

-¿Qué diferencias ve entre el fotoperiodismo en el que se formó y el actual?

 Esta diferencia la analizo como fotógrafo, no como fotoreportero. El cáncer de Photoshop ataca todo. No solamente al fotoperiodismo. La fotografía, en cualquier ámbito, tiene un valor documental único, indiscutible. Más valor documental incluso que el cine. Siempre supimos que el cine podía ser intervenido. Una fotografía intervenida era muy raro y se notaba e incluso en las famosas fotos de Reuter. Había cierta artificialidad que las hacía lindas por un lado pero, eran absolutamente mentirosas y se notaba. Ahora el Photoshop hace lo mismo.
Cuando se interviene una foto lo que se está haciendo es quitarle la veracidad y el ojo humano tiene cinco maneras de ver una cosa. La primera, la que seduce y que es valiosa, el impacto visual de una fotografía es contundente. Es una lectura fácil, rápida. Pero cuando vienen las otras lecturas empieza a vibrar algo. Por ahí hay gente que no sabe detectar esas cosas, pero a la larga termina diciéndole la verdad.

-¿Esto tiene algún punto de contacto con la famosa polémica entre Susan Sontang y Sebastiao Salgado a partir de mostrar la miseria de manera bella?

 Salgado es verdaderamente interesante. Pero otra cosa que sucede, relacionado con lo anterior, es que la fotografía tiene una fuerte dote de documental. No se trata de sólo documentar la tristeza y la miseria del mundo. A veces pareciera que si uno no se expresa como fotógrafo, a través de la miseria, no se está expresando. Creo que uno podría hacer un alegato mucho más fuerte y algunos fotógrafos lo han hecho, mostrando la realidad de una capa social totalmente frívola y decadente. Resulta más alegato. Por supuesto que hay que luchar para que la gente pobre esté mejor. Pero para que eso ocurra hay que terminar con la pelotudez y mostrarla de vez en cuando.
Claro que es más fácil si uno va a la villa y se hace amigo. Haces un montón de fotos bárbaras de gente humilde que te conmueven. Pero, por otro lado eso es más obvio como pelea intelectual. La verdadera pelea es más arriba.
Por ejemplo, las Madres de Plaza de Mayo están haciendo una tarea social y me parece bárbaro. Pero a veces, es mucho mas combativo lo que hace Hebe cuando se pelea con los que más tienen. Aunque a veces es mas difícil, intelectualmente, desde la fotografía buscar temas para pelearse.

-Está exponiendo un trabajo que hizo con el grupo Argentino de Mimo

 Lo anterior, también, me pasa con lo que estoy exponiendo. Es decir, el desnudo en si mismo cuando se lo plantea es una cosa frívola que a cualquiera le gustaría hacer, y por otro lado, es complicado.

-¿Por qué?

 En los `80, estaba con un grupo de personas que se desnudaban y empezamos a hacer una cosa que ni yo mismo sabía dónde iba, y sin embargo salía todo el tiempo la represión, la censura. Estábamos en dictadura y salía a través del desnudo. Es algo increíble. Porque la carga de represiva está casi juguetona y entra más. Un desnudo que muestra una represión es algo más profundo.

-Por ahí es más general, nos abarca a todos...

 Sí, donde todos pueden verse reflejados. Personalmente, no me puedo identificar con un tipo que lo están cagando a palazos. No me dejaría cagar a palazos. Como buen “tano” huyo, si viene la policía. En cambio, las otras represiones que hemos vivido son las que más me enervan, a pesar de que tengo una teoría.

-¿Cuál?

 Puede ser la hiperdictadura, pero sé que tengo algo que no me lo puede tocar nadie, porque está dentro mí, y debe ser preservado. Lo más importante en la vida es ser inteligente, y ser inteligente es tomar conciencia, saber discernir. Saber que nadie puede tocar tu inteligencia, aunque sea así sea pequeña.

-¿Experiencia propia?

 En mi caso debe de haber sido una varita mágica de la naturaleza, porque si es por estudios, no tengo nada, y sin embargo todo lo que pienso lo fui adquiriendo por ósmosis. Es mi inteligencia. Uno va tomando lo que le interesa. No sé si es lo mejor, pero sí la ejercito todo el tiempo. Si no hubiese creído en mi, hoy no estaría sacando fotos.
Mi vida no fue fácil, mucha veces he pensado, conseguir un trabajo para vender terrenos. Y después me decía si no me demuestro a mí mismo que pude lograr esto, soy un fracaso.

-¿Cómo nace Núcleo de Autores Fotográficos (NAF)?

 El grupo Núcleo, nace como todas las cosas, y lo gracioso es que uno mismo en la creación se autoinmola. Eramos un grupo de fotógrafos que estaba fuera del circuito privilegiado y queríamos crear una alternativa, que aún hoy sigue siendo necesaria.
En ese momento la fotografía estaba en manos de un grupo, como hay en otras artes, que decían esto sirve y lo que no, fuera. Estábamos en contra de eso. Lo gracioso, es que a veces, el problema no es derrocar el poder. El problema es qué hacés cuando vos tenés poder y comienzas a parecerte al que derrocaste. Sobre el final del grupo se hizo un evento: el Mes de la Fotografía, y ya estaban quienes decían esto funciona y esto no. El famoso canon. Me enojé. En ese sentido soy anarquista.

-¿Anarco?

 No sé si soy de izquierda. Pero anarquista, seguro. Cuando empecé a trabajar, especialmente, en diario El mundo, te obligaban a sindicalizarte, antes que nada. Entonces ahí era de derecha, estaba en contra. En Atlántida, Mario Mactas, me decía que era maoísta.
Para cerrar lo anterior. No me interesa detectar quién es mejor. Darle espacio a la gente sí pero, no decir, a Fulano le doy espacio y a otro. Eso lo puede decir alguien que porte todos los laureles del mundo pero, así mismo sigue siendo injusto y además arbitrario.

-¿Qué es la belleza?

 Trabajo con books de fotos y la gente está muy condicionada con la imagen. Vienen y dicen, no soy fotogénico. Se sienten absolutamente presionados a tener determinada estética. Todo lo contrario, cuando más raro es alguien, más interesante puede ser. Pero, resulta que es la sociedad quien les dice qué es lindo.
En fotografía pasa lo mismo. Dicen esto es la fotografía actual y cuando viene gente joven ven algo como vintage en mis fotos; evidentemente una foto que tiene 30 años no puede ser actual. Puede tener vigencia, pero no actualidad. Los códigos actuales dicen que todos hagan la misma foto y eso me parece negativo. En Argentina la fotografía, generalmente, busca referentes afuera porque todavía no encontró una imagen realmente personal.

-No tiene referentes propios

 En general, creo que todos hacen algo ya visto. No soy un intelectual de la fotografía, no puedo hablar de nombres mi cabeza no da, pero en imágenes veo que muchas cosas que ya las vi.
En el museo de Helmut Newton, en Berlín, hay videos y se lo ve trabajando con Rolleiflex, sacando fotos con farol en mano en una cocina iluminando la modelo en pelotas y lo hacia él solito. Tenía un ejército de gente trabajando para él y de golpe lo hacía así. Hoy te venden tantas cosas de la producción...

-¿También en el fotoperiodismo?

 Hay dos fotoperiodismos. Está el puro reportero gráfico que es el de acción, Paco Vera nos decía “no vayas nunca a donde están todos los fotógrafos, porque ahí la foto distinta no las vas a tener ”, y la otra, es el otro periodismo, más de reportaje, más tranquilo, y también artificial, además de photoshopeado. Los retratados, ni siquiera están en su ámbito. Los producen: ropas, maquillaje, peinado y ya es otro. Encima lo enchufan en un hotel 5 estrellas para que al ámbito sea "cool".
Eso no es periodismo. Servirá para que los arqueólogos digan "qué boludos que eran en esta época".

-¿Cómo era el fotoperiodismo de su época?

 Si bien teníamos poca tecnología, usábamos lo que podíamos. Tengo una foto de Yupanqui en su casa. Está con poncho, porque estaba afiebrado y es el más puro Yupanqui que generalmente iba de traje, saco y corbata. Esas son las cosas que salían de la nada.
En una época cuando era freelance, vivía a penas. Por esa época recién salían los zoom’s, el famoso 70 210. Me había podido comprar un pequeño equipo y cuando me topaba con otro colega, decía "puta, me estoy atrasando" y me sentía tan condicionado... Hasta que empecé a razonar. Es ridículo intentar ser un profesional del primer mundo en el tercero. Entonces tenemos que ser minimalistas en eso también. No podemos estar detrás del último pirulo que salió para sentir que somos buenos. Al contrario, creo que hay que hacer uso de la nada porque no estamos en condiciones de gastar dinero.

-¿Qué otras cosas recuerda Paco Vera?
 Era un gallego cabrón, capaz de morir por su capricho. No digamos, su buen saber. En un grupo de fotógrafos, por supuesto, se genera cierta competencia. Llegaban a la redacción y empezaban a contar: "Paco, estuve con fulano"... Entonces, antes de que terminen de aburrirlo, les decía "no me cuentes, muestrámelo". Y creo que un fotógrafo lo que tiene que hacer es mostrar, no contar.
Otra característica de Paco era que no les miraba las fotos a las mujeres, porque decía que las mujeres no pueden ser fotógrafas, que era un trabajo de hombres. Era un señor muy machista.

-Tengo un profesor que dice si van a contar la foto y no la trajeron, no la cuenten.

 Contar es predisponer a personas. Si hago una muestra y me pongo a explicar cada foto la gente, ¿qué ve? No ve nada. La visita guiada es el ego del fotógrafo. Ahora la fotografía está de moda y cargada de ego. Antes nadie quería ser fotógrafo, mejor dicho el que quería ser fotógrafo era fotógrafo; pero hoy quiere ser fotógrafo hasta gente que por ahí no debería serlo o por ahí todos deben ser fotógrafos. La imagen anterior del fotógrafo era más cercano a Minguito que al fotógrafo que hoy vemos en un reality show. Además nos creemos que somos intelectuales. Ser fotógrafo no es garantía de ser intelectual.

A los fotógrafos en general, les gusta agarrar las rueditas de las cámaras, parecen dentistas cuando se dan vuelta y hacen la pastita. Mientras tanto la modelo está temblando y los fotógrafos parecen ingenieros de la NASA. Pero bueno, se compra eso y vende. Es al revés una buena foto se hace haciéndole sentir a la persona que está en la nada.

Estoy hablando de fotografía de estudio. No hago periodismo y no sé cuál es el mambo que curten. No voy a ARGRA, de todas maneras igual se percibe el hoy por hoy de la fotografía. Por ejemplo, andan por ahí dos fotos, terriblemente opuestas, que tienen bastante que ver con esto. Una la de Rich Lam en Vancouver, a una chica la golpearon, el novio la va a socorrer y se ve toda la policía alrededor y él dándole un beso a la chica. En realidad es otra la situación, pero resulta conmovedora. Luego, hay otra foto que es más vieja, la de Kevin Carter en Sudán, el fotógrafo que se suicidó y casi que te diría que no me parece desacertado. Son dos fotos periodísticas fuertes, formidables pero, bordean lo no creíble.

-¿Por qué no le resultan creíbles?

 Porque si soy el fotógrafo y estoy en esa situación, no saco la foto, espanto al buitre. La fotografía pasa a un segundo plano. No podría usar esa imagen, me mata tanto dolor que dejo de ser fotógrafo. La otra también, me parece que está como armada.
En esta situación hay cosas que uno no es capaz. No me pasó, por suerte. También es frustrante paralizarse. Pero, no me paralizaría, eso sí le daría al buitre con la Canon y mirá que yo la cuido mucho...

-¿No tomaría la foto?

Seguro que no, la foto se fue al carajo. Me paralizo, como fotógrafo. Porque el fotógrafo siempre está después de muchas otras cosas. Mirá, podría haber empezado en cualquier otro lado y sería la misma persona haciendo otra cosa. No creo en las afirmaciones del tipo: yo soy esto y nada más que esto. Hay gente que nos hace creer… y este muchacho (Kevin Carter) después termina suicidándose. Entonces cuál es el precio de sacar esa foto…? Y para qué sirven y a los demás que les aporta? La imagen conmueve,pero ¿hasta dónde?

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