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Un viaje a los sueños de Chávez en Yutong
Otra vez La Cigarra desde Venezuela
¿Qué habrá imaginado el comandante cuando ideó la villa? Dicen realizadores y gestores del cine en Venezuela que Chávez fantaseaba las ficciones de la revolución, que las novelas por las que el país llora y ríe, en algún momento, tendrían que reflejar los problemas de las personas de a pie desde una perspectiva revolucionaria, que el cine y los audiovisuales no tenían límites para soñar, que eran la vanguardia de la revolución. Y en 2006 la Villa del Cine pasó de fantasía a realidad, sus edificaciones recibieron el Primer Premio de la VI° Bienal de Arquitectura Caribeña.
Caracas, ciudad de desniveles, trancaderas y de andar atento, nos recibe en su bullicio habitual esta mañana. 6,30 en Parque Central abordaremos el subterráneo que nos llevará a Zona Rental, la estación desde donde sale el micro Yutong de trabajadores/as que nos trasladará a la Villa del Cine, ubicada a unos 40 minutos de Caracas, en el poblado Guarenas.
En la puerta del bus nos espera Carlos, uno de los realizadores audiovisuales venezolanos más prolíferos de estos tiempos. Ya ha reservado tres asientos en la Yutong y nos presenta a varios de los compañeros que harán ese trayecto con nosotros. Allí no hay diferenciación jerárquica, todos, desde los directivos de la Villa hasta el personal de seguridad viaja en el mismo vehículo. Carlos, al presentarnos con las personas, solo nos dirá sus nombres. Recién al llegar y transitar la villa se hará evidente la función de cada quien, cuando esas mismas personas ubicadas en sus puestos, nos cuenten qué se hace en cada sección.
En la Yutong, Martín se sentó al lado de Carlos y yo viajé con Rubén
La conversación no se hizo esperar. Rubén me contó que es actor, que trabaja en el área de Atención Ciudadana y que organizan desde allí las proyecciones de las películas, que se producen en la Villa, en los barrios de Caracas y en los diferentes estados. Me habla de militancia, del momento difícil que atravesó Venezuela hace unos meses, de cómo siente que la conflictividad va calmándose. Luego, en las instalaciones de la Villa, descubriremos que es el responsable del área en la que trabaja, que es uno de los organismos más políticos de la Villa y que, aunque él es actor, antes que eso es militante. Nos dirá: “esto no es Hollywood, acá hay que trabajar todos los días”, desde esa misma lógica la protagonista de AZú- una de las películas más bellas de la villa-, trabaja de lunes a viernes de administrativa en Recursos Humanos.
Recorreremos los pasillos de la moderna institución junto a Carlos. Los responsables de cada sección nos abrirán las puertas para mostrarnos su trabajo, sus recursos, sus logros y sus búsquedas.
Es temprano, llega un camión cargado de alimentos. Todos lo esperan, es el Mercal, nos dicen. Ese día el trabajo de la Villa estará atravesado por la llegada de los alimentos. El mercal es nada menos que el mercado ambulante que llega a todos los organismos del estado para vender, a los/as trabajadores/as, productos de la canasta básica a precio regulado. También tiene negocios en los barrios para quien quiera comprar en un precio justo variedad de alimentos. Cada quien se acerca y retira un número. El personal de seguridad de la villa es el que colabora para que el procedimiento sea rápido y efectivo. Que nadie haga colas, que todos estén en sus puestos de trabajo y que los números para las compras se corran de boca en boca. Cada quien en su puesto pero todos atentos. Carlos, como todos, retira un número, es el 147. Durante el tiempo que visitemos el lugar, iremos siguiendo los sucesos del mercal desde las ventanas. Carlos chequeará en los pasillos por qué número van.
Llegamos a la zona de pos producción, donde se concentra la mayor cantidad de equipamiento. Salas de edición de alta calidad, espacios donde mejorar sonido y color, aire acondicionado a más no poder. Carlos nos invita a ver uno de los documentales sobre los 200 años de las independencias de los países de la región.
Son 12 audiovisuales, los 5 que ya están realizados los dirigió él. Veremos el de Argentina y nos emocionaremos al reencontrar nuestra mirada con esos paisajes que extrañamos. Las calles de Buenos Aires, una chacarera en Santiago y la casa de Tucumán. Esos modos de hablar que hace tiempo no escuchamos, la nostalgia nos sacude. La peli termina y ya tenemos turno en el Mercal. Gastaremos un 400 % menos de lo que costaría adquirir los mismo productos en un supermercado privado. Hoy todos los empleados de la villa, sin distinción alguna, seguro comerán pollo.
Entre los coloridos carteles que publicitan las pelis de la Villa, los trabajadores vuelven a sus oficinas con sus bolsas cargadas de productos. Los pasillos de esos módulos de cemento, vidrio, metal y madera nos conectan a un patio en el que recrear la mirada entre las flores. Allí conversaremos un poco más con Carlos. Nos contará que llegó a la Villa a un tiempo de haberse creado, sin conocer a nadie, llevó sus propuestas. La Villa lo acogió en su estructura, le dio alas y hoy lleva realizados 7 proyectos audiovisuales en 5 años de trabajo.
Volveremos a Caracas, en la ruta una guarimba mínima nos retardará unos minutos más el recorrido. La polarización social sigue su curso, aunque la conflictividad no sea tan aguda. En los próximos meses la villa rodará ficciones que tendrán a las guarimbas como eje. La maravilla del cine intentará exponer esa locura. Usará el humor, el drama, pondrá en absurdo la irracionalidad de ciertas situaciones vividas. Nos queda, entonces, buscar caminos de paz, imaginar la construcción de sociedades más sanas. ¿El cine como medio?, pues también. Ya Chávez nos lo ha dicho.
(*)La Cigarra Latinoamericana | Contenidos y Comunicación