, por Estela Díaz (*)

Repudiamos los ataques sexistas contra la presidenta de Brasil Dilma Roussef

La semana pasada, una publicación de Mercado Libre en su edición brasileña, difundió un aviso que presentaba a la presidenta de Brasil, la compañera Dilma Rouseff, en ropa interior, con las piernas abiertas, violada por un surtidor de combustible, en una mezcla de goce y rechazo.

Una muestra feroz de mal gusto, violencia simbólica y mediática. Repudiamos este tratamiento denigratorio de la jefa de Estado de Brasil y nos solidarizamos con ella. Entendemos claramente que este es un mensaje promotor de la violencia contra todas las mujeres.

Sin tener ningún tipo de pruebas concretas en su contra en los delitos de corrupción que se están denunciando e investigando en el país vecino, los sectores de poder apelan a formas de propaganda despreciables como la mencionada, que terminan reivindicando los estereotipos, la cosificación, los abusos y la violencia contra las mujeres. Todos estos años en los países de la región se han producido avances significativos para la participación política y social de las mujeres. No es casualidad que el Cono Sur sea la sub-región que cuenta con la mayor cantidad de presidentas mujeres: Cristina Fernández, Dilma Roussef y Michelle Bachelet. En nuestros países se avanzó también significativamente en el reconocimiento y la sanción de legislaciones que aportan para dimensionar la violencia de género como una problemática social y una violación de los derechos humanos de las mujeres. Este tipo de tratamientos mediáticos de la jefa de Estado de Brasil es promotor y legitimador de las violencias que queremos erradicar. Pero no sólo eso, se inscriben en el marco de campañas de los poderes de facto en contra de los gobiernos populares de la región, que no escatiman cualquier tipo de estrategias para perpetrar sus privilegios.

Cómo no recordar -y leer en la misma sintonía política e ideológica- tantas tapas de la revista Noticias, que intentaron denigrar a la presidenta de nuestro país, Cristina Fernández, especialmente en su condición de género. En particular aquella que hacía referencia al goce del poder, en este caso sin objetos de violación, pero con una imagen en las penumbras del presidente de los Estados Unidos mirando y controlando esa situación. Un claro mensaje de dónde está el poder y a quiénes hay que rendir cuentas y pleitesía. Resuena como rémora del pasado neoliberal, ese de las “relaciones carnales”. No soportan que ese modelo haya sido dejado de lado por la prioridad puesta en la integración regional y la construcción de relaciones estrechas con todos los países de la región, en el camino de la tan soñada Patria Grande Latinoamericana.

Los poderes de facto, con sus brazos comunicacionales, son sexistas, racistas, discriminadores y promotores de la desigualdad social en Brasil, en la Argentina y en todos lados. Denunciarlos, repudiar y responder con solidaridad son las herramientas del pueblo, que cada vez más sabe de qué se trata.

(*) Secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades